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Autopistas a Comodoro Py, goleadas salariales y la reforma laboral en cuotas

El administrador general de Vialidad Nacional, Javier Iguacel, aguarda impaciente desde mediados de junio. Necesita que su superior inmediato, Guillermo Dietrich, y su par de Hacienda, Nicolás Dujovne, avalen su decisión de prorrogar hasta 2030 la concesión del Acceso Oeste a favor del mismo consorcio que la opera desde 2000, controlado por la española Abertis, vieja socia del grupo Macri. Pero los ministros cuidan sus firmas cada vez más. Hombres de fortuna antes que de Estado, ninguno quiere verse en el futuro en la situación de Julio Miguel De Vido, a quien el fiscal Federico Delgado acaba de pedir llevar a juicio oral por la compra de trenes chatarra pese a sus esfuerzos por delegar en sus subalternos las resoluciones más polémicas. Tampoco ayudan la inminencia de unas elecciones primarias que en la planta baja de Casa Rosada ya dan prácticamente por perdidas ni el avance de la causa que tramita el juez Daniel Rafecas para establecer si el Presidente se enriqueció ilícitamente al haber vendido sus acciones en Autopistas del Sol (Acceso Norte) tras el mayor aumento de peajes de la historia.

Si bien confía en que no lo echarán como ocurrió en marzo con los tres técnicos que asumieron al mismo tiempo que él al frente del Órgano de Control de las Concesiones Viales (Occovi) -Pablo Belenky, Gustavo Piazza y Diego Mártire-, la demora empieza a preocupar al entorno de Iguacel. Los montos en danza son multimillonarios y la patria contratista se encuentra bajo un escrutinio judicial inédito a raíz del Lava Jato brasileño. Dietrich maneja el ministerio con mayor presupuesto y le regaló al Gobierno sus primeros brotes verdes reales gracias a la reactivación de la obra pública, pero sabe que será el primero al que irán a buscar los jueces de Comodoro Py cuando los vientos políticos cambien. Los hombres debajo suyo tampoco quisieran seguir los pasos de Ricardo Jaime, Juan Pablo Schiavi ni José López.

El de las autopistas amenaza con convertirse en un escándalo de corrupción de impacto similar al del Correo Argentino, donde el Gobierno dio el visto bueno a la condonación de la deuda que mantenía con el Estado el holding fundado por Franco Macri. En términos electorales es potencialmente mucho peor, porque miles de votantes pagan a diario los peajes y cada vez menos gente usa el correo, que además se mantiene reestatizado. En plata es gigantesco y basta un dato para darle dimensión: por la suba de las acciones de Autopistas del Sol desde que asumió Macri hasta que Socma vendió el 7% que poseía en ese consorcio (de $19 a $89), la ganancia para la familia del Presidente ascendió a un millón de pesos por día. En el medio, claro, los peajes del Acceso Norte subieron primero un 50% y luego un 100% adicional.

Lo que Vialidad firmó a mediados de junio fue la renegociación del contrato con los concesionarios del Acceso Oeste (50% de los españoles de Abertis y 20% de los malayos de IJM Berhad), que les permitirá quedarse hasta 2030 para cobrarse la “deuda” que dicen haber acumulado desde su entrada en la operación, en el año 2000, y por la que entablaron un juicio en el CIADI. En el mundo contratista especulan con que esa renegociación sea el ejemplo para el Acceso Norte y en el mercado también. Por eso la acción de Ausol no para de subir y ya ronda los $100, cinco veces más que cuando asumió Macri.

El Gobierno asegura que extendiéndoles la concesión logra que los concesionarios renuncien a sus juicios contra el Estado. Mientras el contrato de Acceso Oeste vence a fines de 2018, el del Autopistas del Sol recién caduca en 2020. Pero los propios técnicos que llevó inicialmente Dietrich al Occovi avisaron puertas adentro que esos contratos renegociados “tienen varios troyanos adentro” y que si se terminan de concretar, “la sociedad va a terminar pagando más de lo justo” por los peajes.

Los controlantes de Sideco y Socma (hijos, sobrinos y hermanos del Presidente) supuestamente vendieron en mayo su parte de Autopistas del Sol para no ser beneficiarios de esa extensión de contrato en ciernes. Pero un fiscal y un juez también podrían interpretar que el mandatario le cobró el favor de la prórroga a sus viejos socios al realizar la ganancia de capital que generó la disparada de sus acciones, superior a los 440 millones de pesos. Todo, por supuesto, después de haber llevado adelante como constructores la parte más jugosa del negocio: la ampliación de los corredores.

Goleadores

La volatilidad del Poder Judicial hace que ningún político pueda estar tranquilo demasiado tiempo. Los todopoderosos de hoy son los que se subirán al banquillo mañana. Lo que sirve como escudo protector son los grandes medios de comunicación, pero eso también es temporario. Y tanto Macri como Dietrich empiezan a ver que esa protección puede empezar a desmoronarse si el resultado de octubre es tan desastroso como el que los encuestadores le auguran para las PASO al oficialismo. ¿De eso habrán hablado los diputados renovadores Graciela Camaño y Sergio Massa con uno de los principales accionistas del Grupo Clarín, José Antonio Aranda, anteayer al mediodía en el bodegón boquense Il Matterello, muy cerca del cuartel general de la calle Tacuarí?

La derrota que le auguran las encuestas al Gobierno tienen un anclaje en la economía cotidiana. El salario real, que llegó a caer un 11% interanual en los peores meses del año pasado, empezó a recuperarse con las segundas cuotas de las paritarias de 2016, que llegaron cuando la inflación había empezado a ceder. Pero la “goleada” de los sueldos a la inflación que mentó el ministro de Hacienda no existe. Lejos de eso, los sueldos todavía están un 7% abajo de diciembre de 2015. Y volvieron a caer en términos interanuales desde febrero hasta mayo inclusive. Lo muestra la medición del Observatorio de Derecho Social de la CTA, que simplemente cruza el salario nominal declarado ante el Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) con el costo de vida que releva la Dirección de Estadística porteña.

No todos los funcionarios sacan las mismas conclusiones de sus recorridas de campaña. Algunos son autocríticos y otros culpan a los votantes por considerar que el consumo es un derecho de nueva generación que el Gobierno debe garantizarles. “A nosotros nos reconocen la pelea contra el narco, las obras nuevas y algo de vivienda, pero la caída del consumo nos mata. A mí me dicen ‘con vos todo bien, capo, pero yo con Cristina me compraba dos pares de zapatillas por año y con ustedes uno’. ¿Cómo podés competir contra eso?”, se sinceró ante BAE Negocios un hombre con despacho en la Rosada que a su vez es candidato.

Reformistas

El equilibrio entre baja del costo laboral y sostén del consumo interno es lo que más complica la reforma laboral en cuotas que busca llevar adelante el ministro de Trabajo, Jorge Triaca. Las distintas flexibilizaciones de hecho que aceptaron hasta ahora los petroleros, textiles y peones rurales, entre otros, se dieron en contextos de graves retrocesos de la producción de esos sectores. El cuco del desempleo hizo el resto. La pregunta es cómo lograr lo mismo en ramas dinámicas sin una reforma por ley, que se le complicaría al Gobierno incluso ganando la elección.

Los sindicatos, que hasta ahora no mostraron mayor resistencia a esos avances, viven horas de efervescencia y realineamientos. Y sus alianzas con la política también van mutando. No pasó desapercibido en el poder, por caso, que para la reelección del combativo Sergio Palazzo no hayan pasado a saludarlo solamente kirchneristas como Carlos Tomada sino también viejos correligionarios radicales suyos, como Enrique “Coti” Nosiglia y Emiliano Yacobitti. También llamó la atención que fuera a visitarlo el poderoso Jorge Brito, dueño del Macro. ¿Y si es verdad que Hugo Moyano se arrimó a Palazzo para erigir un potencial rival de Héctor Daer en la disputa por el futuro trono unificado de la CGT?

La posición mayoritaria en el empresariado podría resumirse en una frase: tiempo al tiempo. Tal como se mostró en esta columna la semana pasada, la prioridad del establishment no es hoy esa rebaja del costo laboral sino la continuidad de Macri en la Rosada después de 2019. La devaluación del último mes ya alivió un poco a los más preocupados por el “costo argentino”. Una reforma laboral draconiana, como la de Michel Temer en Brasil, puede esperar. Si Cambiemos recibe una paliza en octubre, todo habrá sido apenas un sueño efímero.

Por Alejandro Bercovich – abercovich@diariobae.com