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Ascenso, caída y futuro en tribunales de Guillermo Dietrich

Vuelo corto del halcón del PRO. Con la confianza de Macri y la gestión de movilidad, se imaginaba con destino electoral. La derrota de Cambiemos en las PASO y las causas judiciales que lo aquejan bloquearon su camino.

Fue secretario de Transporte de Mauricio Macri durante seis años, pero colaboraba con el PRO desde antes como un ariete que empujaba a gerentes del sector privado a pegar el “salto” a la política. En 2015, el Presidente lo nombró ministro de Transporte y le asignó una pluralidad de funciones digna de una megacartera. El ascenso de Guillermo Dietrich en el espiral político del macrismo y la estructura del Gobierno viajó por una autopista sin límites de velocidad durante los últimos años, pero la derrota electoral de Juntos por el Cambio le puso un freno. Ahora, el trágico derrumbe en el Aeropuerto de Ezeiza, que dejó 13 heridos y un muerto, vuelve a poner la lupa sobre “Guillo”, que arrancó como superministro con aspiraciones en ascenso y ahora atraviesa un frente de tormenta judicial.

El Gobierno se despegó de lo sucedido en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza y gira la responsabilidad sobre Aeropuertos Argentina 2000, la empresa del Grupo Eurnekian que explota los aeropuertos. El pliego de la licitación privada lo define la empresa, pero el Ministerio de Transporte participó en su diseño y regulación por medio del Organismo Regulador del Sistema Nacional de Aeropuertos (ORNSA). Sin embargo, argumentan fuentes gubernamentales, la cartera de Dietrich no intervino en la contratación del personal y el seguro negociado con trabajadores de la Unión Obrera de la Construcción (UOCRA). El sindicato alertó sobre la situación y elevó una presentación ante el Ministerio de Trabajo de la provincia de Buenos Aires para frenar las obras en la nueva terminal del aeropuerto.

La inauguración de la nueva terminal del Aeropuerto de Ezeiza estaba prevista para el 4 de octubre, justo antes de la veda electoral para inaugurar obras. Hace unas semanas, el ministro había realizado un asado con los trabajadores para inaugurar otra parte de la obra y tenía previsto cortar la cinta en el sector que se derrumbó. Hasta el momento, el funcionario no se refirió al trágico accidente. La Asociación del Personal Aeronaútico (APA) habló de una presunta “presión” de Dietrich para que el trabajo esté culminado “antes de las elecciones”.

El Gobierno rechaza la acusación que salpica Dietrich, que vuelve a estar apuntado, aunque no hay denuncia judicial por lo sucedido en Ezeiza. Sobre su figura pesan imputaciones por la concesión de la Autopista del Buen Ayre, la adjudicación a IECSA del tramo más jugoso del Paseo del Bajo, el soterramiento del Tren Sarmiento y la venta de MacAir, la empresa de vuelos privados del Grupo Macri que fue comprada por el Grupo Avián.

Economista, nacido en la Ciudad de Buenos Aires el 5 de marzo de 1969, Dietrich dejó el sector privado que lo incubó desde la empresa familiar para incorporarse al gobierno porteño, tras un paso por el G25, uno de los think tank macristas que fue creado para diseñar planes de gobierno y que lo tiene actualmente como uno de sus principales referentes. Trabajó años para el holding familiar, Grupo Dietrich, hasta que sintió la “necesidad” de involucrarse “en las cuestiones públicas para trabajar en mejorar la calidad de vida de las personas”, según describe en su página web, en un repaso por el mantra originario que utilizó Macri para desembarcar en la política. De hecho, el salto que pegó Dietrich fue uno de los ejemplos más repetidos por el PRO para definir el perfil de sus referentes más destacados: CEOs y empresarios que llegaban a la cosa pública para aplicar la presunta eficiencia de su expertiz privado.

Con más de una década en el PRO, “Guillo” acumuló poder interno al calor de esa orientación estratégica y, merced a la gestión, se ganó la confianza de Macri, que todavía celebra su ocurrencia de instalar los carriles exclusivos, denominado Metrobús, en la Ciudad de Buenos Aires. Una obra que nació en el pago chico y luego se extendió a tierra bonaerense y hasta a Neuquén. Dietrich ingresó a las filas del macrismo en 2009, cuando asumió como subsecretario de Transporte, cargo que ocupó hasta el 2015, año en que Cambiemos desembarcó en la Casa Rosada. Llegó con el impulso y bajo el abrigo de Horacio Rodríguez Larreta, que hasta hoy lo considera un funcionario de su entorno y lo sumó directamente a su estructura apenas Macri iniciaba su segundo mandato en la Ciudad.

Así el ministro de Transporte construyó el know how sobre movilidad que luego replicó en la gestión porteña y que la Casa Rosada eligió como las puntas de lanza de la campaña presidencial para las PASO 2019. El Gobierno buscó capitalizar electoralmente las obras de movilidad urbana, la construcción de nuevas rutas y la autodenominada “Revolución de los aviones”. De hecho, Macri aún lo considera uno de sus ministros más “valiosos” y todavía festeja su “pelea” con Eduardo Eurnekian por la tasa aeroportuaria. Es el mismo empresario al que hoy el Gobierno le endilga la responsabilidad por la tragedia en el aeropuerto Pistarini.

Ya como ministro nacional extendió su área de influencia: rutas, peajes, puentes, aviones, mega obras de infraestructura a través de Vialidad Nacional y el complejo sistema ferroviario argentino, que el macrismo busca revitalizar por medio de los trenes de carga. El frente más complejo pasa por su gestión en la empresa estatal Aerolíneas Argentinas y la política aerocomercial de “cielos abiertos” que impulsa la Casa Rosada y que le trajo duros enfrentamientos con los gremios aeronáuticos.

Con el apoyo de Macri y con una cascada de obras inauguradas durante estos años, Dietrich se enfilaba como un candidato del PRO en un futuro cercano, cuando Cambiemos se ilusionaba con ocho años de su líder político en la Casa Rosada y con una reelección garantizada de su principales espadas. En la gobernación porteña, como también en el gabinete nacional, daban por descontado un salto del ministro a una boleta oficialista después de 2019. De hecho, en el larretismo temían por una intención de competir por la Jefatura de Gobierno después de Larreta. Eran tiempos de discusión de sucesión, al calor del triunfo electoral de 2017. Ahora, el partido amarillo sufrió una dura derrota en agosto y camina hacia octubre con la esperanza morigerada.

Por Gonzalo Paese – LetraP