Chubut Para Todos

Argentina, Israel, el Papa Francisco y la mano de Dios Por Alejandro Salomón

Finalmente sucedió lo que tenía que suceder: no habrá partido entre la Argentina e Israel en Jerusalén. Lo contrario hubiera implicado un papelón internacional sin parangón, que rompería con 70 años de tradición diplomática de la Argentina respecto al estatus de Jerusalén. También hubiera implicado, de cierta forma, convalidar el status quo en Palestina ocupada, en el que la potencia invasora, la entidad sionista israelí, es la primera en rechazar los acuerdos de paz y de dos estados para dos pueblos.

La actitud de la Cancillería argentina, de acuerdo a lo informado por el Ministro de Relaciones Exteriores de la Nación Jorge Faurie, fue de informarle a la AFA de la impertinencia de llevar adelante un encuentro deportivo en Jerusalén contra Israel poco tiempo después de que los EE.UU. y una serie de países marginales y periféricos trasladaran sus embajadas a dicha ciudad y la reconocieran como capital del régimen sionista. A su vez, trascendidos indicaron que el partido iba a realizarse en Haifa y dos semanas atrás hubo una mudanza de sede, por pedido de las autoridades israelíes y en complicidad con el gobierno de turno. Los responsables de este mamarracho histórico y de este casi papelón internacional son el Presidente Macri, el Doctor Angelici y el Sr. Tapia.

Quien salvó al país del papelón, sin embargo, no esta llevándose los créditos que merece. Habitualmente ninguneado por la prensa hegemónica, por el oficialismo y también por un sector del kirchnerismo (por influencia de un doble agente), fue Francisco quien provocó la cancelación del encuentro. Francisco pudo hacer eso porque tiene el don pastoral, oficio que otorgan los años y la vocación. Virtud que permite a las personas detectar que el acercamiento no es por mero interés, sino que se hace genuinamente. Eso, en esencia, es un ser pastor.

Los interpelados supieron escuchar. Comprendieron que no se trataba de rosca ni de poliquetería; que no querían usarlos y que, por el contrario, les estaban advirtiendo para que no fuesen manipulados por un estado colonizador y asesino. En palabras de un histórico de la selección, “no es fácil jugar un partido en un país que viene de matar 130 tipos”. Higuaín dio un paso más allá y explícitamente manifestó “al fin hicieron lo que tenían que hacer”, en referencia a la suspensión.

Para que no se apresuraran a acusar a los muchachos de “antisemitas”, previamente se acordó una “bajar sorpresiva” a la visita que iban a realizarle a Roma, como escala previa al mundial.

Lo curioso es que la prensa interpretó la suspensión del partido, más que razonable, como “papelón internacional. La cancelación a la visita al Vaticano, que fue anunciada previo a la del partido, no fue tan cuestionada.

Primero se dio la versión del “se plantaron los jugadores”, para luego instalar una más funcional a los intereses israelíes. Se dijo que “los jugadores pidieron suspender el partido en solidaridad con Messi, que fue amenazado”. No se sabe cuáles fueron las amenazas, si las que postea ISIS habitualmente en cada evento deportivo relevante o la de los militantes del BDS (boicot, desinversión y sanciones a Israel), que megáfono de por medio les pidieron a los jugadores argentinos que “no legitimen a Israel”. Eso, en clave israelí, es terrorismo y amenaza.

La situación del régimen sionista es delicada, pues día a día se ve más encerrado por la opinión pública mundial y la realidad en el terreno. Conserva aún un poder de fuego mediático, bélico y financiero formidable, sobre todo en los EE.UU. y tristemente en nuestro país. De hecho, en la Argentina cuenta con la colaboración inestimable de sectarios divisionistas, que son inexplicablemente levantados en andas en manifestaciones. Dobles agentes que potencian a escribas menores a realizar textos que cuentan hasta el más ridículo de los detalles históricos y actuales vinculados al tema palestino/medio oriente, menos el trabajo de Francisco al respecto. Los que siguen órdenes de (vaya a saber quién) para ningunear, operar y dividir. Los mezquinos. A los mezquinos les advertimos que no los queremos en nuestro entorno hasta que no cambien de actitud. No de opinión, de actitud. No pueden ni deben sentarse en nuestra mesa a compartir la ruptura del ayuno, porque no son bienvenidos y se les hará saber que no lo son. No más manipulaciones.

Este sector de la mezquindad, que se pretende miembro del campo popular, se vale de algunos musulmanes para usarlos de decoración. Son los mismos que levantan la bandera del diálogo interreligioso y permanecen en el más de los sepulcrales silencios cuando se materializan las persecuciones. Muchas veces, de hecho, las impulsaron. No nos ven como interlocutores legítimos y el espacio de participación, opinión y acción que se asigna es solamente una máscara que encubre un feroz narcisismo verticalista y la doble agencia de sus comisarios políticos.

Lo decimos sin vueltas: el Papa Francisco es el arquitecto de la paz. A diferencia de lo que dijo el representante diplomático en Argentina de la entidad sionista, son los dirigentes los que tienden puentes, y el deporte es solo un medio. El partido era una trampa para lavar a un Israel criminal, colonizador y racista usando la figura de unos hombres, en especial uno muy talentoso, que escucharon a su Pastor y entendieron que les habló con franqueza. Esa es la fuerza del Bien Común.

*Alejandro José Salomón –  Ex secretario general  FEARAB Buenos Aires y Conubano – (Federación de Entidades Arabes de la República Argentina) – Musulmanes Por El Bien Común