Chubut Para Todos

Alberto después de la tormenta

Con Juan Manzur de Jefe de Gabinete, busca un lugar para repechar la cuesta. Hablar menos, escuchar más. Embarazo, bandera blanca y réplicas del terremoto.

El viernes a media tarde, Alberto Fernández ofició de anfitrión de un joven de la comunidad originaria wichi nominado a mejor alumno el mundo. Lo recibió en su despacho del primer piso de la Casa Rosada, charlaron durante más de una hora y cruzaron juntos el Patio de las Palmeras hasta llegar al Salón de los Pueblos Originarios. El Presidente se mostró relajado.

El Patio de las Palmeras ya no era el campo minado donde la semana pasada se adivinaban reuniones secretas, volaban rumores de ruptura, acusaciones y cartas de renuncia. La Casa Rosada cambió el ritmo y el aire. Fernández respira más aliviado, aunque las tensiones siguen latentes.

La llegada de Juan Manzur a la Jefatura de Gabinete y la incorporación de los nuevos ministros que desembarcaron en la gestión ayudaron a “descomprimir” el clima. En Balcarce 50 nadie quiere caer en comparaciones que impliquen una crítica a su antecesor, Santiago Cafiero, pero todos destacan que el tucumano le imprimió a su sillón un perfil “más de jefe y menos de coordinador” y que eso le quita peso al Presidente.

“Alberto le dijo que haga. Tiene su absoluta confianza”, dicen cerca de Fernández. Esta semana, Manzur mostró sus primeras cartas y se movió junto a los recién llegados, Aníbal Fernández, Daniel Filmus y Julián Domínguez, que se sumaron a Juan Zabaleta, Gabriel Katopodis Jorge Ferraresi. Una suerte de scrum político para blindar al primer mandatario.

Si se había negado a hacerlo durante el año y medio que lleva en la gestión, después del conflicto que casi hace estallar al Frente de Todos, Fernández delegó y se corrió del centro de la escena. Híperactivo, Manzur concentró anuncios económicos, les puso presión en el trabajo a los ministros y llevó la batuta en el peculiar acto por el Día del Jubilado que se celebró en Pilar, donde el tucumano hizo una reivindicación de la gestión, llevó saludos “de parte del Presidente”, condimentó el discurso con humor y hasta pidió “un aplauso” para por la noticia del embarazo de Fabiola Yañez.

El formato de la visita oficial a Pilar tuvo varias particularidades. Por canales paralelos a la Casa Rosada se había anunciado la presencia del Presidente junto a Axel Kicillof. Cuando comenzó el acto, el escenario se vio ocupado por el gobernador, Manzur, la titular del PAMI, Luana Volnovich; el ministro de Turismo y Deporte, Matías Lammens, y el intendente local, Federico Achával. El Presidente no apareció.

Fernández recién llegó a Pilar una vez terminado el acto y no se cruzó con los funcionarios. En un apartado ubicado al aire libre, se sentó junto a un grupo de cerca de 30 jubilados a escuchar quejas, demandas e inquietudes. Así, el Presidente inauguró un nuevo formato de apariciones, pensado para mostrarse al lado de la ciudadanía y no tan enredado en la súperestructura política. “Escuchamos y vamos a corregir”, prometió Fernández después de la dura derrota de las elecciones primarias.

Este viernes, la Casa Rosada intentó mostrar un paso en ese sentido con un Presidente que recorre el territorio “más cerca de la gente” y busca escuchar más que protagonizar actos que no dieron resultado en la primera etapa de la campaña. El propio Fernández tomó la decisión de introducir cambios y de no hablar en público.

La moderación en el perfil presidencial tuvo esta semana un capítulo aparte relacionado con su vida personal. La Casa Rosada anunció el jueves, de manera discreta y sobria, el embarazo de la primera dama. La noticia se comunicó mediante un mensaje emitido por la Unidad Médica Presidencial. Como publicó Letra P, el rumor circulaba en los pasillos de la Casa Rosada desde hacía varias semanas, pero Fernández y Yañez esperaban el resultado de estudios médicos para comunicarlo de manera oficial. El Presidente dio luz verde para dar la noticia este jueves.

“Está muy contento”, dice uno de sus funcionarios de mayor confianza. Desde otro despacho de la Casa Rosada también afirman que la relación con Cristina Fernández de Kirchner está “normal” tras la charla que tuvieron el mismo viernes, antes del anuncio del nombramiento de Manzur y el resto de los ministros. Tras la crisis, el sábado pasado, en La Rioja, los gobernadores lo habían visto “muy golpeado”. El Presidente pasó allí el fin de semana descansando junto a Yañez.

La guerra entre sectores entró al menos en una tregua, aunque esta semana hubo algunos ecos del fuego cruzado. El ministro de Trabajo, Claudio Moroni, tiró la piedra contra su par de Interior, Eduardo de Pedro, por la renuncia que nunca se concretó, y el titular de Economía, Martín Guzmán, le respondió a CFK por sus apreciaciones sobre el déficit fiscal. El ala cristinista respondió a través del diputado sindical Hugo Yasky y del ministro bonaerense Andrés Larroque.

Cerca del Presidente, algunos funcionarios calificaron los disparos de Moroni y Guzmán como “errores políticos” y trasladaron el mensaje de que el conflicto de la semana pasada “ya está cerrado”. La bandera que flamea es blanca. Alto el fuego. El ministro de Trabajo hizo su mea culpa en privado. Sobre Guzmán hay otras consideraciones. El ministro marcó el disenso con la vicepresidenta en una extensa entrevista en la que también se deshizo en elogios hacia ella.

En el Ministerio de Economía destacaron, además, que Guzmán dedicó una parte del diálogo con Víctor Hugo Morales a resaltar las virtudes de la unidad del Frente de Todos. “Lo que se resolvió la semana pasada muestra la importancia de la unidad. Nosotros tenemos muy claro que, aun cuando podamos tener un camino con visiones distintas, el FdT es un equipo que busca cuidar a la Argentina, entendiendo que hay un conflicto de intereses que es estructural”, dijo Guzmán. El debate está latente y seguirá luego de las elecciones, cuando, se descuenta, habrá nuevos cambios en el gabinete.

En tanto, en la Casa Rosada buscaron bajar el tono a la nueva polémica y avanzar con la línea que busca darles juego a los nuevos integrantes, con volumen político propio, en los que Fernández descansó la semana después de la guerra.

Por Gabriela Pepe – Letra P